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Reflexiones de vida ante el coronavirus 3

  • Foto del escritor: Carmen Pérez
    Carmen Pérez
  • 7 may 2020
  • 3 Min. de lectura

“La verdadera libertad solo puedo encontrarla a través de la conexión con mi Ser Real”

He escuchado de todo. Desde esto es el apocalipsis, el fin del mundo, hasta esto es el inicio de una nueva era y las almas que se tengan que ir se irán.

Sea cómo sea la realidad que estamos viviendo a nivel mundial es lo que es, sin juicio, una pandemia que nos ha cambiado la vida, que nos deja sin contacto social, sin la movilidad, sin el trabajo/ingreso, sin las posibilidades de consumo, de la manera en que estábamos acostumbrados.

Y en esas estamos. Aprendiendo/viviendo de una manera diferente. Y cada uno de nosotros lo hacemos desde nuestra historia, como adultos, adolescentes o niños. Y desde esa historia y la manera en que lo vamos construyendo desde el día a día, desde este momento presente, de la manera en que vamos integrando la experiencia, con la conciencia que lo hagamos, es lo que va a determinar cómo surjamos a la vida post-coronavirus.

Tenemos libre albedrío… pero se nos olvida, nos dejamos llevar por las circunstancias, soltamos nuestra consciencia individual, nuestra alma, y nos convertimos en titeres. Es tiempo de recuperarnos a nosotros mismos.

Vivimos enmarañados, enredados en un montón de creencias que nos confinan y nos dirigen. Nos dejamos llevar y nos convertimos en víctimas o victimarios de una circunstancia del mundo externo olvidándonos de nuestro mundo interno.

Ya lo comentaba, el cambio solo es posible desde la conexión y transformación de nuestro mundo interno. Una de las enseñanzas espirituales que aprendí en la India dice: “el mundo es un reflejo de tu estado interior de consciencia”. Si esto es así entonces la pregunta es: ¿Qué en mi interior es aislamiento, malestar, muerte? ¿Cómo es mi virus interno? ¿Cómo lo cree? Y se que al leer esto puedes pensar que no tiene nada que ver contigo, y yo te digo, todos los seres humanos tenemos una parte de sombra y es importante nos atrevamos a mirarla y responsabilizarnos de ella. Si no lo hacemos no podemos contactar plenamente con nuestra luz y esa energía no mirada, no acreditada, no nombrada, seguirá manifestándose en el mundo externo con todo el poder de destrucción que tiene.

Esto de mirar la sombra, nuestra parte oscura, es todo un aprendizaje y no nos gusta. No nos enseñaron, ni en casa, ni en la escuela, ni a través de la religión, a mirarla y transformarla. Mas bien era castigada y aprendimos a taparla, a no mostrarla. Y aquello que no se ve adquiere fuerza en nuestro interior y cuando sale, lo hace de una manera magnificada y poderosa.

Así que si de esta experiencia que como comunidad humana estamos viviendo queremos salir siendo mejores nos toca tocar nuestra oscuridad y transformarla. Como en todo proceso de transformación lo primero es mirar y nombrar: mi envidia, egoísmo, odio, venganza, pereza, ira, desidia. Mis ganas de no cambiar, de no esforzarme. Mi voluntarismo, mi orgullo, mi miedo. Solo en la medida que pueda yo ir reconociendo todo esto, y más, que hay en mi, solamente entonces puedo ir manifestando y sosteniendo también la luz que hay en mi.

La explicación no está en el afuera, está en nuestro interior. Al reconocer quienes somos dejamos de ser víctimas, reconocemos los conceptos erróneos que tenemos y que tenemos el poder sobre nuestras vidas, que somos libres e independientes.

Es cierto que todos traemos una herida de nuestra niñez, pero estas nos dan la oportunidad de conocernos. Cuando entendemos lo que nos obstaculiza, cuando sabemos de donde viene el problema, porque reaccionamos como lo hacemos cuando todo esto salga a la luz sabremos como manejarlo.

Lo que se necesita es decidir, una y otra vez, enfrentar nuestra verdad interior.

¿Cómo vamos?


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