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Reflexiones de vida ante el coronavirus 4

  • Foto del escritor: Carmen Pérez
    Carmen Pérez
  • 20 may 2020
  • 3 Min. de lectura

Cuando has roto y destruido tu propia forma,

Has aprendido a romper la forma de todo. RUMI

Enfrentar nuestra verdad... ¿Y cómo lo hacemos? ¿De dónde partimos?

Necesitamos ser brutalmente honestos con nosotros mismos y para eso lo primero es tener el valor de hacerlo. Nos hemos mentido, engañado. De una u otra manera estamos insatisfechos con nuestra vida, con quienes somos, cada uno en diferentes aspectos, no es en todo, pero aún así nos es más fácil evadirlo que reconocerlo.

Regreso a aceptar lo que es, así, tal cual, sin juicios, sin expectativas de que algo diferente suceda. En este aspecto de mi, de mi vida no soy feliz, no estoy satisfecho. Lo reconozco.

Generalmente sucede que vamos aprendiendo desde muy pequeños a maximizar las experiencias de placer, minimizar aquellas que nos causan dolor y a ignorar todas aquellas que nos parecen monótona, aburridas.; que por cierto constituyen el 90% de nuestras experiencias. En otras palabras, a aquello que calificamos como bueno nos apegamos, a lo que calificamos como malo lo rechazamos y al resto lo ignoramos.

Nuestra mente esta llena de juicios, críticas, presuposiciones. Sufrimos.

Desde el budismo, nos dice Henepola Gunaratana, la palabra para denominar al sufrimiento es dukkha y su significado no es solamente el dolor del cuerpo sino también el de ese profundo y sutil sentido de insatisfacción que es parte de cada momento perceptivo y que proviene directamente de las maquinaciones de nuestra mente.

Mientras sigamos catalogando nuestras experiencias en buenas, malas y aburridas, continuaremos sintiendo la tensión interna y tocando la insatisfacción en nuestras vidas. Seguirá el aspecto mental de nuestro ser dominando nuestra experiencia.

Toca cambiar de perspectiva, empezar a registrar nuestra experiencia desde una manera diferente de mirar el mundo, el interno, el externo, nuestro universo, donde no intentamos aferrarnos, rechazar o ignorar la experiencia. El percibir el mundo así es una habilidad que podemos desarrollar.

Lo que todos estamos realmente buscando es: felicidad y paz, pero no de una manera superficial. Nuevamente citando a Henepola Gunaratana “Lo que realmente buscamos es el sentimiento de descanso que surge cuando nuestro impulso queda satisfecho. Satisfacción, relajación, fin de la tensión. Paz, felicidad, no más anhelos”

Asunto difícil de lograr, pero no imposible. Aunque sea por momentos y en aspectos concretos. Es un ejercicio, es el desarrollo de una habilidad, es cambiar nuestros hábitos mentales que nos mantienen en el sufrimiento. Es poder aprender a “no querer lo que se quiere” a reconocer el deseo sin dejarse dominar por él.

Esto es auto transformación. Y termino citando al Dalai Lama que escribe lo siguiente en su libro El Arte de la Felicidad:

“…cuanto mayor sea el nivel de calma de nuestra mente, tanto mayor será nuestra capacidad para disfrutar de una vida feliz… cuando hablamos de un estado mental sereno, de paz mental: no debiéramos confundido con un estado mental insensible y apático. Tener un estado mental sereno o pacífico no significa. permanecer distanciado o vacío…Cuando se carece de la disciplina interna que produce la serenidad mental no importan las posesiones o condiciones externas, ya que estas nunca proporcionarán a la persona la sensación de alegría y felicidad que busca. Por otro lado, si se posee esta cualidad interna la serenidad mental y estabilidad interior, es posible tener una vida gozosa, aunque falten las posesiones materiales que uno consideraría normalmente necesarias para alcanzar la felicidad.”

Buscamos felicidad, paz interna, el camino es a traves del conocimiento de nosotros mismos y para eso meditamos y hacemos terapia.


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