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Sobre la Navidad

  • Foto del escritor: Carmen Pérez
    Carmen Pérez
  • 23 dic 2020
  • 4 Min. de lectura

Te comparto la siguiente reflexión que nos permite recordar la importancia de llevar luz a nuestra consciencia, lo cual hacemos con nuestro trabajo interior.


Conferencia 219 Guia del Pathwork


Aquí en este camino están aprendiendo a eliminar las obstrucciones y los obstáculos. En este momento en particular, cuando se celebra el nacimiento de la conciencia de Cristo, hablaremos del suceso tal como empieza a tener lugar. Por supuesto, mis queridos amigos, saben bien que no ocurre de golpe. Va ocurriendo gradualmente, una y otra vez. Ocurre, se pierde, vuelve a ocurrir, y así sucesivamente. Quizás puedas ver el árbol que iluminas como símbolo: muchas, muchas velas se deben prender y mantener encendidas dentro de ti para llevar la conciencia total a su resplandor eterno en el nivel externo de tu existencia manifiesta. Cada reconocimiento, cada percepción interior, cada admisión honesta, cada movimiento de despojarte de una máscara parcial, de atravesar una defensa, cada paso de coraje y honestidad en el que asumes responsabilidad por tu negatividad, es prender una vela más. Traes luz a tu alma al traer verdad a tu oscuridad.


Pero en tanto proyectes tu oscuridad afuera para no enfrentar tus propias sombras, no podrás encender velas. La gran iluminación del “árbol” completo – el árbol de la vida – es un proceso continuo. Y cuantas más velas están encendidas, más grandes se vuelven la dicha y la gloria. ¡Observamos con gran alegría cuánta más de esa gloria y esa dicha están pudiendo activar y tolerar ahora, mis queridos amigos!

Estas no son palabras vacías, mis amigos. Tú que trabajas en este camino sabes lo arduo que es sacar el énfasis del afuera y volcarlo hacia ti mismo, cambiar de culpar y resentirte a ver tu propio odio, tu propia envidia, tu propia codicia y tu miedo a reconocer todo esto.


Hablemos ahora específicamente de la necesidad de auto aceptación. Una y otra vez pierdes de vista su importancia y te quedas atascado en tu odio de ti mismo, que hace entonces que le eches la culpa a alguien o a algo. Ese es el peligro. Cuanto más te odias, más pones tu odio en los demás porque la auto aceptación parece ser un juicio demasiado final, demasiado autodestructivo. Y cuanto más lo proyectas hacia fuera, más pierdes tu firme sostén en la verdad y la realidad, y más te odias. ¿Puedes en este momento de conmemoración del nacimiento de tu eterno Cristo niño interior, comprometerte a aceptar cada parte de ti? En este mensaje quiero transmitirte que no hay absolutamente nada que necesites rechazar, absolutamente nada que no puedas aceptar y perdonar. Lo único que es verdaderamente destructivo y te hace perder el rumbo es no aceptar ni perdonar, y en consecuencia, actuar tu negatividad.


En lo profundo de toda cualidad negativa hay una positiva. He dicho esto a menudo pero en la mayoría de los casos sólo en términos generales. Los rasgos negativos no son sino distorsiones de expresiones divinas positivas. Quizás en este momento particular todos ustedes puedan empezar a dar el paso mental de abrirse a la posibilidad de que haya amor y entendimiento allí donde ahora odian y juzgan. En tu odio estás en la oscuridad. En tu negación del odio estás en una oscuridad mucho más desolada, mucho más lejos de la luz. Entonces te vuelves desesperanzado porque ya no sabes dónde estás. Pero paso a paso encuentras tu camino de vuelta. Admites tu odio, y entonces ya no está tan oscuro. Con esta admisión veraz enciendes una vela. Y al aceptar el egocentrismo infantil que hay dentro de ti, enciendes otra vela más, ya que al aceptarlo llegas a saber que el infante puede crecer. Sólo en la aceptación del egocentrismo infantil podrás encontrar el nacimiento del Cristo interior, de la conciencia eterna que contiene todo lo que existe. La verdadera fortaleza, la verdadera creatividad, el verdadero amor y la verdadera seguridad, todas estas cosas son velas que se encienden a partir de tu honestidad, tu coraje, tu veracidad, y de la fe que cultivas poco a poco y que te hace superar el miedo de ir hasta el final en tu trabajo contigo mismo, atravesar el miedo y mantener abierta la posibilidad de que no haya abismo. Sólo hay túneles, muchos túneles que atravesar. Atravesar los túneles trae más luz, hasta que finalmente, como en el símbolo del árbol de Navidad, las luces convergen en un punto. Y en ese punto único está Todo: todo lo que se necesitará alguna vez. Es el núcleo creativo desde el que puedes crear vida, circunstancias, amor y una rica plenitud. Cuando ya no le des la espalda a la oscuridad que hay dentro de ti, la esperanza realista crecerá allí donde ahora parece no haber esperanza.


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Mucho de esto ya les está sucediendo, mis amigos, y estas palabras se dan como aliento para que continúen en su hermoso camino. Quizás en esta oportunidad sea muy útil que trabajemos en rasgos y aspectos particulares que me presenten, para que yo muestre su esencia positiva y hermosa. De ese modo aprenderás que no hay nada en ti que sea en sí mismo rechazable e inaceptable. Sólo hay distorsión. Por negativo, destructivo, malvado, oscuro y malo que algo pueda ser, no es sino una distorsión de algo hermoso. Hasta ustedes, amigos míos, que han estado trabajando en este camino por algún tiempo y lo han hecho profundamente, se olvidan de esta verdad o no saben cómo aplicarla. No llegan a hacer la conexión específica. Con este propósito, será muy beneficioso si me presentan algunos rasgos en los que sólo pueden ver la manifestación distorsionada y mala, y no la esencia original y bella. Al entender los componentes específicos positivos y originales, encontrarán una nueva fuerza y un ímpetu para pasar por los túneles más pequeños y más grandes que hay en su camino y encender más velas.

 
 
 

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